Monday, October 20, 2008

El vértigo de la distancia al origen

Ayer domingo la Plaza del Museo de Sevilla volvía a estar llena de cuadros y pintores. Hacía tiempo que no bajaba a darme un baño de sol entre sus grandes ficus. La mente, saltarina y curiosa, vaciló, titubeó y se paró en un cuadro. Cuadro de formato apaisado en relación 1:4, marco de haya, vidrio mate, parpastú blanco y aquella acuarela … un paisaje onírico, gris, continuo, numinoso … y a la derecha, ya casi fuera del cuadro, la pequeñísima silueta de una mujer y su reflejo en la arena cuajada de la playa. Entonces sentí eso que Pániker llama el vértigo de la distancia al origen.

¿Era desproporcionado?¿Un marco, un vidrio, papel y solo aquella imagen reconocible, perdida, diminuta, difuminada? El contraste era la intención y la intención el contraste. De modo que aquel pintor diseñó un violento torrente hacia la idea de aquella persona, mujer, aparentemente perdida en la soledad de la playa, encontrada con ella misma en el ritmo del mar.

Hacía tiempo que no me precipitaba de esta manera tan natural. Sin artificios, sin palabras, sin antecedentes, memorias ni informes. Natural como la sensación de vértigo, reconociendo esa necesidad de ir más allá, ese deseo de reconciliación total, de perfecta integración.

Hay que saber dar gracias por tener a un doctor ingeniero industrial y, al tiempo, profesor de metafísica. A veces mis pensamientos parecen haber sido moldeados en sus palabras. Palabras que después he leído y para las cuales he justificado un maridaje perfecto, comunión sorprendente.

Todo esto por un libro: Asimetrías, de Salvador Pániker.











El Ouroboros

El Ouroboros
"Hen to pan"